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Visita de Funchal


Publicado
05/03/2018




 Hoy nos levantamos temprano por las ganas de conocer esta bonita isla y sobre las 8h estamos montados en el coche para dirigirnos al centro histórico de Funchal.
  Aparcamos cerca del mercado dos Lâvradores, pero antes de introducirnos de lleno en el mercado, nos sentamos en un bar cercano para desayunar.
Mercado dos Lavradores





 Una vez que ya hemos llenado el estómago comenzamos la visita del mercado ( Rua Latino Coelho, 38 ) por la parte trasera, por la lonja de pescado. Merece la pena una visita, no sólo por el ambiente que se respira, en el que los vendedores van gritando su mercancía para que te acerques a mirar, sino también por ver el raro pero riquísimo pez espada preto, en español sable negro, que nada tiene que ver con el pez espada que nosotros conocemos.


  Cuando dejas la lonja accedes a un bonito patio que tiene dos plantas llenas de colorido por los puestos de frutas exóticas, flores, artesanía y especias. Aquí las vendedoras de flores van vestidas con los trajes típicos de la isla y los de fruta suelen dar a probar sus productos.





  Nosotros aprovechamos en el mercado para comprar una botella de poncha, una bebida artesanal de Madeira hecha a base de aguardiente de caña de azúcar, azúcar y zumo de limón que luego probaríamos en nuestro apartamento.



 Horario del mercado ; De lunes a viernes de 7:00-19:00 Sábado de 7:00-14:00 Domingo cerrado
Rua Santa María

 Cuando salimos del mercado nos dirigimos a recorrer la Rua Santa María, una calle empedrada que está justo al lado del mercado. Una calle muy pintoresca en la zona vieja de Funchal donde se ha llevado una iniciativa desde 2010, “ Arte de Portas Abertas “, que consiste en que diversos artistas decoren las puertas de esta calle creando verdaderas obras de arte.


  Se ha convertido en un museo al aire libre. Además también podemos encontrar pequeños restaurantes especializados en comida regional.
Telesférico

 Para visitar el Jardín Tropical do monte teníamos que subir hasta la localidad do Monte que está en lo alto de la colina, y la forma más sencilla y bonita era a través del telesférico. Es un paseo que duró unos 25 minutos en los que tuvimos unas preciosas vistas de Funchal y la bahía. Encontramos un poco de cola pero fue rápido ya que cada minuto pasa una cabina.



  El precio fueron 11€ por adulto solo ida, porque luego bajaríamos en el típico cesto de Madeira, y mi niña, al ser menor de 7 años gratis.
Jardín Tropical do Monte

 Una vez que acabamos el paseo en telesférico nos fuimos hacia la entrada del Jardín Tropical do Monte que no estaba lejos. Allí mismo hay una caseta donde comprar los tickets y el precio fué de 12€ por adulto y los niños menores de 15 años gratis. Junto con la entrada te dan un mapa del recinto.





   El parque ocupa 70.000 m2 formado por una gran variedad de plantas provenientes de distintos lugares mundo, que al ser Mayo estaban en todo su explendor, con una decoración tipo oriental que hace el paseo muy agradable.


   A lo largo del recorrido se van sucediendo cascadas, puentes, esculturas y varias exposiciones, hasta que llegamos a un lago rodeado de bancos donde descansar un poco.


  Al final del lago hay unas bonita vistas de Funchal y su bahía.


Bajada en cestos

 una vez que terminamos la visita al jardín, toca bajar nuevamente a Funchal y las opciones eran volver en telesférico, taxi o en cesto....y ¡ la emoción nos pudo y elegimos los cestos¡. Es una experiencia que tenía claro que quería hacer en Madeira, está totalmente enfocada al turista, pero al fin y al cabo que somos….¡unos turistas!, así que allá vamos a buscar lo cestinhos como se dice en portugués. La salida se encuentra en el barrio do Monte a los pies de la escalinata que lleva a la iglesia de Nossa Senhora do Monte.


  Estos cestos hechos de forma artesanal tienen capacidad para dos personas, pero como mi niña tenía 4 años nos sentamos los tres sin problema.
  La bajada es por calles muy pendientes y los carreiros van guiando el cesto y frenando con unos zapatos de suelas de goma ancha para dirigirlos.




  La experiencia para mí fue intensa, aunque la verdad es que soy un poco miedica porque mi niña ni se inmutó….Jaja!, pero es que no esperaba que el cesto cogiera tanta velocidad además de que yo pensaba que era una calle sin tráfico, pero de eso nada, te iban dirigiendo y los coches circulando.
  Como conclusión me encantó aunque también considero que es un poco caro, nos costó 25€ pero son las cosas que se hacen una vez en la vida.
  Desde el punto donde nos dejaron con el cesto hasta el lugar donde aparcamos por la mañana el coche había un tramo andando, y como se estaba haciendo un poco tarde para el almuerzo decidimos tomar un taxi que nos llevó hasta el mercado nuevamente y desde allí cogimos el coche para esta vez ir dirección Eira do Serrado donde almorzaríamos.