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Palos de la Frontera, en Busca de las Carabelas de Colón

Publicado
16/07/2021
 Ahora que estamos pasando unos días de vacaciones por las playas de Huelva, vamos a aprovechar para realizar un plan de esos que tanto nos gustan, un plan donde los peques de la casa aprenden a la vez que se divierten. Viajamos en busca de las Carabelas de Colón, para conocer la historia de este famoso navegante, y de su viaje al Nuevo Mundo.

  Para llegar hasta el muelle de las carabelas nos dirigiremos hasta la Rábida, en el término municipal de Palos de la Frontera. Este muelle no se encuentra en el mismo lugar del que zarparon las calaveras en 1492, ya que esa zona hoy día se encuentra sin agua. El muelle se ha construido en la zona más cercana posible de donde se encontraba el puerto en aquellos años, donde hay profundidad suficiente para poder tener los barcos.
  Las entradas se pueden comprar en taquilla una vez que lleguemos al muelle, o bien por internet en su web. Si las compras por internet, tan solo eliges el día de la visita y puedes recorrerlo en cualquier momento durante su horario de apertura.

  La visita consta de varias partes, llevándonos unas 2h en total realizar el recorrido completo. Os vamos a contar en qué consiste la visita y varias recomendaciones para que disfrutéis al máximo de la misma.

Proyección Audiovisual
 En cuanto pasamos por la puerta de entrada lo ideal es comprobar el horario en el que se proyecta el audiovisual, de unos 20 min de duración, y que nos va a narrar el primer viaje de Cristóbal Colón a las Indias, en el que se produjo el gran descubrimiento.

  Lo ideal sería ver el audiovisual al comienzo de la visita, ya que es una buena introducción para saber la historia de ese gran viaje, y entender mejor todo lo que a continuación vamos a ver.
  En nuestra visita la proyección es cada hora en punto, interrumpiéndose de 14h a 16h en la que se hace un descanso.

Charla a cargo de un guía
  Por megafonía, cada cierto tiempo, hacen un llamamiento para poder escuchar una breve charla a cargo de un guía experto en el tema, que nos va a contar muchas curiosidades acerca de las carabelas, de Colón y de la organización del viaje. Además responderá a todas las preguntas de niños y mayores. 
   Esta charla, que no dura más de 10 min, es muy interesante porque nos cuenta cosas sobre la carabelas de las que no teníamos ni idea, cosas de ellas que en nuestra visita puede pasarnos inadvertidas. De hecho, para los niños resulta ser más entretenido que el audiovisual, ya que el lenguaje es más coloquial que en la proyección, además de que ellos pueden interactuar.

Visita a las carabelas
 Ya sí llega el momento más esperado de la visita, montarnos en las carabelas y verlas desde cerca, sentirnos marineros por un día y descubrir cómo se vivía en estos barcos que hicieron uno de los viajes más importantes de la historia.
  Nosotros siempre habíamos pensado que Colón viajó al nuevo mundo con tres carabelas, las que popularmente se conocen como la Pinta, Santa María y la Niña. Pues aquí hemos aprendido que eso no era cierto. En realidad, en este viaje Colón usó dos carabelas, barcos que en esa época eran utilizados para la pesca, y una nao, embarcación que se usaba para transportar la mercancía de un lugar a otro.
  Estas tres embarcaciones que hoy vemos ante nosotros, se construyeron en 1992 con motivo de la Expo de Sevilla, y son una réplica exactamente igual que las originales, incluso pueden navegar. De hecho, después de la Expo, hicieron algún que otro viaje por Europa surcando el mar.
  Lo que más nos llama la atención es que son barcos pequeños y sin camarotes para dormir, es decir, que la tripulación dormía al raso o en cualquier hueco que había en cubierta, o donde simplemente podían. El único que tenía camarote y cama era Cristóbal Colón.
  Las bodegas se encontraban bajo llave, para que nadie tuviera la tentación de hacer un asalto de los víveres. Normalmente se pueden visitar, pero ahora con el tema del COVID, al ser un espacio muy pequeño, no está permitida la visita.

  En las carabelas vemos representados algunos de los alimentos que llevaban. ¿Y sabéis que solo comían comida caliente una vez al día?, eso sí, si no hacía viento, ya que al ser el barco de madera, los marineros le tenían mucho miedo al fuego.
  Y de bebida, pues deciros que lo que menos llevaban era agua, ya que con el tiempo se corrompía, por lo tanto, la bebida más abundante en el barco era el vino que se conservaba mejor.
 Dentro de las carabelas cada uno tenía su función, como el piloto, que era el que se encontraba en la parte alta, en la cofa, y era el que a base de voces le decía a los timoneros hacia donde tenían que ir. Posiblemente la función más odiada dentro del barco, y es que a nadie le agradaba estar solo allí arriba y cargando con esa responsabilidad. A esta parte alta de barco también se le llamaba carajo, de ahí la expresión "vete al carajo" de forma despectiva, ya que nadie quería estar ahí.
 Después de subir y bajar dentro de las carabelas, de ir de babor a estribor, y hacer miles de fotos, nos dirigimos a otra pequeña zona donde se representa un puerto de la época medieval, muy parecido al que se encontró Colón junto con sus tripulantes antes de partir al Nuevo Mundo. La distribución del puerto constaba de una edificación central, que solía ser la cantina, rodeada de puestos donde se vendían animales, comida, ropa....Puerto de Palos llegó a ser un puerto con una gran importancia a nivel comercial.
 Seguimos rodeando las carabelas, y en la orilla opuesta nos encontramos con otra original representación, la llamada Isla del Encuentro, recreando la imagen que se encontraron nuestros marineros cuando llegaron a lo que ellos llamaban Nuevo Mundo, la isla donde ellos atracaron, hoy día Bahamas, ese 12 de Octubre de 1492. Veremos las chozas de madera con techos de paja donde vivían, como era su vida, donde dormían...muchas curiosidades.
 Llegamos al último punto de la visita, el Centro de Interpretación, un pequeño museo del siglo XV con documentación escrita sobre el viaje, lo personajes más relevantes que hicieron posible esta azaña, y la vida de los nativos de la isla. Además, merece la pena dar un paseo para ver la ropa de la época, o los utensilios que se usaban tanto para la navegación como para la tripulación del barco, y hasta algunas de las armas que lo acompañaban.
 Y aquí termina nuestra visita al muelle de las carabelas de Colón, una visita que nos ha hecho viajar hasta el siglo XV para vivir de cerca uno de los viajes más importantes de la historia. Hemos aprendido mucho acerca de la travesía y nos hemos divertido de lo lindo. ¿Qué más se puede pedir?.

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