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Lengua Fjaajokull, Djupivour


Publicado
02/10/2017



  Hoy va ser una jornada más tranquila, sin caminatas y con poco que visitar para recuperar fuerzas. Desde que viajamos con la niña, alguna jornada la dejamos más vacía para que se recupere, así en los próximos días estaría con más fuerza para rutas más intensas.
  Tras el desayuno y poner a mano la ropa de abrigo, ya que el día anterior habíamos comprobado que en esta zona de la isla el viento era más frío, volvimos a conducir en nuestra ya conocida carretera n.1 hasta que vimos el cartel que nos indicaba Fjaajokull, a pocos kilómetros del alojamiento. El desvío conducía a una carretera de gravilla de unos 8 km al final de la cual hay un parking que estaba para nosotros solos, y wc.
  Del parking sale un puente colgante, en el cual nos echamos unas risas ya que a Laura le encantaba moverlo para que pusiéramos cara de miedo….Jaja, y luego un camino de unos 300 metros señalizado con estacas que lleva al glacial.




  Este glacial esta precedido por una bonita laguna y lo que lo hizo más especial es que no había nadie, silencio absoluto, éramos solo nosotros cara a cara con la naturaleza.


   Después del disfrute en este remanso de paz, ya no abandonamos la carretera n.1 hasta que llegamos a Djupivour que era donde teníamos el alojamiento de esta jornada. El camino lo disfrutamos con bonitas vistas




  Djupivour es una localidad pequeñita de casas de maderas con un coqueto puerto pesquero en frente del cual, se conserva una casa del siglo XVII, la famosa casa roja Langabud que hoy en día alberga un restaurante y un centro cultural.
  La visita la hicimos en coche, sin hacer ninguna foto porque queríamos soltar primero las maletas en el alojamiento y luego verlo tranquilamente. ¡Gran error! Un consejo es que en Islandia no dejes para después lo que puedes fotografiar ahora, no sabes lo que el tiempo puede cambiar.
  Resulta que el alojamiento ponía que estaba cerca de Djupivour, pero no estaba tan cerca porque lo separaba un fiordo que tuvimos que rodear, eso sí, con unas vistas preciosas. La carretera no era muy buena y cuando llegamos al alojamiento y almorzamos, se dejó caer el diluvio universal durante toda la tarde así que, en nuestra casita jugando al parchís y la oca viendo la lluvia desde la ventana, eso sí, el paisaje siempre compensa.

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